Nació Eduardo Rico Sánchez en Mahón, el último día del año 1955. A los cuatro se trasladó a vivir a Santander donde, en sus juventud empezó a correr y escribir: sus carreras eran  muy cortas y sus versos largos. Obtuvo algún que otro accésit, menciones de honor y otros laureles poéticos. Luego siguió estudios universitarios en Madrid. Allí continuó corriendo y a la vez que se licenciaba en Educación Física, colaboró en publicaciones de idéntica índole e incluso tuvo bajo su cargo una revista universitaria; sus versos siguieron siendo largos y extraños, probó con el cuento y el ensayo, y recibió un premio poético sin trascendencia, editó y calmó sus ansias de inmortalidad… Se casó y desde entonces prosiguió con el deporte y marineando por las artes plásticas con zozobra y entusiasmo. Tuvo dos hijos, dejó de correr  y tomó la bicicleta, pero nunca olvidó hacer versos, aunque el espacio se le fue quedando pequeño y lo mismo hacía carteles que cogía los pinceles o modelaba figuras contorsionadas. Ahora es profesor en Instituto de Leganés, ha escrito una novela (sostiene que la mitad la hizo en sueños y la otra mitad pedaleando) y más recientemente  inventa microrelatos.

Para cuando estéis leyendo estas líneas él seguirá soñando…